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Maternidad y mindfulness

Maternidad y mindfulness

La conciencia plena o mindfulness es una capacidad natural que todas tenemos para ser conscientes de lo que sucede en el momento presente. Puede que parezca algo simple, pero con el ajetreo y la velocidad de la vida moderna, no siempre somos conscientes del aquí y del ahora, ya que la lista de cosas por hacer absorbe gran parte de nuestros pensamientos. Por si fuera poco, tendemos a estresarnos y a sentirnos provocadas por nuestros hijos, reaccionando de manera inadecuada, en vez de responder de una manera más considerada tanto hacia ellos como hacia nosotras mismas.

Es posible que, una vez iniciada la práctica de la atención plena, nos encontremos parando muchas veces para recordar lo que esta significa, puesto que solemos perder el hilo y la dirección de nuestra vida fácilmente. Pero incluso en nuestros peores momentos como madres, siempre es posible dar un paso atrás y empezar de nuevo preguntándonos: ¿qué es lo más importante en este momento? El mindfulness en la maternidad consiste en recordar lo que es realmente importante a medida que se van sucediendo las actividades diarias con nuestros hijos.

La buena noticia es que podemos entrenarnos para disminuir el ritmo, para pausar más y para cederle más espacio al ‘ser’ y no al ‘hacer’. Para ello es importante tomarnos unos minutos cada día para la práctica, dedicando tiempo a nutrirnos mientras descansamos nuestra atención sobre algo tan simple como la respiración y el cuerpo.

Se trata de ver si podemos recordar cómo traer este tipo de atención y sabiduría a los momentos con nuestros hijos. Es una verdadera práctica y comporta profundos beneficios tanto para nosotras, como para ellos. Para aprender de nuestros hijos debemos prestar atención y aprender a sentir la quietud dentro de nosotras. En la calma, somos más capaces de ver la reacción que solemos tener cuando no estamos presentes para así cultivar la claridad y el conocimiento.

La conciencia plena puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestras emociones y a evitar que se desencadenen reacciones automáticas. Poco a poco descubrimos cómo sentir y prestar atención a las sensaciones del cuerpo asociadas con nuestro estrés, rabia o irritabilidad, evitando así tener que gritarle a nuestros hijos. En el momento de nuestra práctica de mindfulness, descubrimos que cuando surgen la ira y la irritabilidad, podemos permitirnos sentirlas como una parte natural del ser humano, sin juzgar. Esta práctica nos ayuda a responder con más calma cuando nuestros hijos toquetean nuestros botones de la paciencia a lo largo del día.

Cuando somos conscientes de las necesidades de nuestros hijos y de las nuestras, tanto físicas como emocionales, todos nos beneficiamos. Incorporar este tipo de sensibilidad realzará nuestra conexión con ellos. Mediante la calidad de nuestra presencia, nuestro compromiso con ellos se sentirá incluso en las situaciones más difíciles.

Animemos a nuestros hijos a cultivar también la idea del mindfulness utilizando juegos sencillos como la conexión con sus sentidos. En vez de engullir un trozo de chocolate o una pieza de fruta, invitémoslos a que sientan el olor, la textura y el sabor. Otra opción es pasar un par de minutos al aire libre escuchando, invitándolos a prestar atención a los sonidos que oigan. Dar un paseo conscientes de todo lo que nos rodea, poniendo especial atención a las cosas que son interesantes o que no suelen llamar la atención es otra idea estupenda. Los niños pequeños son conscientes por naturaleza y observan el mundo que les rodea con gran curiosidad, fascinados por una hoja o una piedra que se encuentren en el camino. Nosotras somos las que les pedimos con frecuencia que se den prisa, enseñándoles que la vida no es más que llegar al siguiente lugar. Por lo que mientras más redescubramos cómo aplicar la atención plena, más apreciaremos y nutriremos la capacidad innata de nuestros hijos de estar presentes en cada momento.

Al incluir esta práctica en nuestra rutina diaria, observaremos que podemos afrontar las experiencias del día a día como el caminar al colegio, cocinar o jugar con nuestros hijos de una manera más consciente. No es una solución inmediata, pero si ponemos un poco de energía y tiempo en explorar esta estrategia, puede resultar muy transformadora, ayudando a que nuestra vida sea mucho más placentera.

Por Davinia Velasco

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