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Los berrinches: mecanismos naturales para relajarse

A pesar de que pueda parecer increíble, todavía existe hoy en día la creencia de que los berrinches de nuestros hijos se deben a un “mal comportamiento”, recomendando que los ignoremos mientras estén en plena rabieta porque lo único que buscan es “llamar la atención” o “salirse con la suya”. Seguimos viéndonos a nosotros mismos como seres esencialmente malos que deben ser entrenados mediante castigos y premiados para ser buenos. Sin embargo, estas anticuadas creencias están totalmente desfasadas. Nuestra auténtica naturaleza es el amor y los berrinches son tan solo mecanismos naturales del ser humano para poder relajarse y desestresarse. Afortunadamente, tenemos la capacidad de romper con estos paradigmas que han pasado de generación en generación, y ver a nuestros hijos desde una perspectiva diferente: la del amor y la compasión.

Cuando un niño tiene un berrinche, es porque previamente se han desencadenado en él sentimientos de impotencia, frustración o estrés que debe liberar de su cuerpo. Teniendo esto en cuenta, una de las maneras de reducir las necesidades de esos berrinches está en escucharlo y atenderlo respetándolo como persona en vez de estar dándole órdenes todo el tiempo, y evitando nuestro poder como adultos con la humillación y el castigo. Así, podemos llegar a reducir la probabilidad de que nuestro pequeño tenga una rabieta en un lugar público, como por ejemplo un supermercado, si escuchamos y atendemos más a menudo sus sentimientos y llantos en casa. Mientras más lo hagamos y más conectados y presentes estemos con nuestros pequeños, menos probabilidades existirán de que exterioricen sus emociones fuera de casa.

Sin embargo, aun incluso teniendo esta parte controlada, debemos saber que con frecuencia pueden seguir teniendo este tipo de sentimientos y emociones, sobre todo en ocasiones nuevas para ellos como la llegada de un nuevo hermanito, un cambio de hogar, el comienzo del cole o al experimentar una separación o una pérdida en la familia.

En vez de pensar que nuestros hijos buscan llamar la atención o ver hasta dónde llegan nuestros límites, creo firmemente que lo que necesitan es nuestra presencia amorosa. Evitemos verles como niños que quieren salirse con la suya. Debemos entender que la mayoría de las veces, la rabieta es la reacción emocional del dolor, frustración, rabia o estrés por todas esas veces que no han tenido la opción de actuar con autonomía, fueron dominados por un adulto, o simplemente se encontraron en situaciones de angustia y dolorosas para ellos, de las que no sabían como escapar.

Evitemos castigar o distraer a un niño para detener una rabieta, lo mejor que podemos hacer es permanecer cerca de él, asegurándonos de que no nos va a hacer daño, y ofrecerle nuestra escucha y presencia compasivas. Una vez finalice su berrinche, su cuerpecito ya habrá exteriorizado esas emociones y se sentirá más calmado y relajado, con más ganas de cooperar. Recuerda que responder con compasión al llanto y los berrinches de los niños, es parte de la maternidad consciente.

Por Davinia Velasco

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